viernes, 2 de abril de 2010

Lacrimosa (Réquiem de W.A.Mozart)




Ninguna otra obra maestra musical ha dado origen a tantas leyendas románticas y teorías especulativas como el Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart KV 626.

Fue la última obra de Mozart y fue incapaz de terminarla. Está considerada como una de las composiciones más importantes de la música sacra. El oscuro y misterioso mensajero que le encargó la obra sigue todavía siendo un misterio. Más tarde se supo que aquel sombrío personaje (al parecer, llamado Franz Anton Leitgeb) era un enviado del conde Franz von Walsegg, cuya esposa había fallecido. El viudo deseaba que Mozart compusiese la misa de réquiem para los funerales de su mujer, pero quería hacer creer a los demás que la obra era suya y por eso permanecía en el anonimato.
Tras la muerte de Mozart (5 de diciembre de 1791), y dejando el réquiem incompleto, su viuda, Constanze, tenía que encontrar a alguien para terminarlo, pues el Conde Walsegg-Stuppach se estaba impacientando. Después de varios intentos fallidos por Joseph Eybler, alumno de Mozart, Franz Xaver Süssmayr se hizo cargo, terminó la orquestación y agregó las secciones Sanctus, Benedictus y Agnus Dei. Esta es la razón por la última obra de Mozart sobrevive en dos volúmenes manuscritos.

Sólo el primer movimiento de la partitura encargado (es decir, el volumen que Constanze Mozart entregó al conde Walsegg-Stuppach según el acuerdo original) está compuesto por Mozart, el resto está escrito por Süssmayr. La puntuación de trabajo, sin embargo, que comienza con el Dies irae contiene todas las secciones que sobreviven en la mano de Mozart. La biblioteca imperial (hoy Biblioteca Nacional de Austria) adquirió el precioso manuscrito en diversas etapas: en 1831 y 1833 la puntuación de trabajo fue adquirida por José Eybler y Stadler Maximiliano y en 1838 la puntuación encargado de Katharina Adelpoller.